El aspartamo es un edulcorante sintético que tiene un poder endulzante 150 a 200 veces superior al del azúcar (sacarosa). Se utiliza en numerosos productos denominados como de bajo contenido calórico o sin azúcar. Actualmente, se considera al aspartamo sospechoso de varios riesgos:
El aspartamo y el cáncer
El aspartamo está clasificado como «posiblemente cancerígeno» (grupo 2B) por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) desde julio de 2023, principalmente debido a la sospecha de que podría causar cáncer en el hígado.
Esta clasificación del CIIC se produce tras la publicación de un estudio de cohorte del INSERM (Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica) de 2022, que demuestra que el consumo de aspartamo se asocia con un mayor riesgo de cáncer en humanos. Los riesgos más elevados están relacionados con el cáncer de mama, con un aumento del riesgo de hasta un 22%, y con los cánceres vinculados a la obesidad, con un aumento del riesgo de hasta un 15%. Este estudio también sugiere que la ingesta de edulcorantes, al igual que el consumo excesivo de azúcar, se asocia con un mayor riesgo de cáncer. Del mismo modo, los científicos que realizaron el estudio afirman que «no defienden el uso de edulcorantes artificiales como sustitutos seguros del azúcar en alimentos o bebidas». También precisan que el consumo de aspartamo de los participantes estaba por debajo de la DDA (Dosis Diaria Admisible). Sin embargo, el equipo de investigadores a cargo de este estudio sobre el cáncer señala una serie de incertidumbres. En este punto, son necesarios estudios adicionales para confirmar esta correlación.
Estudios anteriores realizados entre 2010 y 2012 ya mostraban, por una parte, que el consumo de aspartamo en dosis habituales podría aumentar la aparición de linfomas no Hodgkin (cánceres del sistema linfático) y mielomas (cánceres de la médula ósea) en los hombres. Por otro lado, a dosis muy altas, se observó una mayor incidencia de cáncer de hígado y pulmón en ratones macho.
Al mismo tiempo, varias autoridades consideran que el aspartamo no supone ningún riesgo para la salud en las cantidades consumidas. En un informe de junio de 2023, el JECFA (Comité Mixto FAO-OMS) indicó que «la exposición oral al aspartamo no presenta ningún riesgo de carcinogenicidad para los animales» y confirmó la seguridad de la DDA previamente establecida en 1981. En 2013, la EFSA (Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria) concluyó que «el aspartamo no era motivo de preocupación desde el punto de vista de la salud». No obstante, estos dos informes se emitieron antes de la publicación del informe del CIIC en julio de 2023, que aporta nuevos elementos sobre la carcinogenicidad del aspartamo. Por su parte, en Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) señaló que no está de acuerdo con las conclusiones del CIIC y que «no hay ningún problema de seguridad cuando el aspartamo se utiliza en las condiciones aprobadas».
Sin embargo, el protocolo y la financiación industrial de varios estudios en los que estas autoridades han basado su conclusión de que no existe riesgo han sido criticados durante varios años por diversos grupos de científicos. Dos revisiones científicas publicadas en 2016 y 2017 indican que, en efecto, la financiación de estudios sobre edulcorantes por parte de la industria alimentaria generaría sesgos en los resultados. Es por ello que los investigadores financiados por la industria alimentaria serían más propensos a concluir que los edulcorantes no tienen efectos negativos (especialmente en el peso) en comparación con los estudios independientes.
Además, científicos de Réseau Environnement Santé, una organización no gubernamental francesa dedicada a la promoción de la salud pública, denunciaron en 2013 que, en el seno de la EFSA, «varios miembros se encuentran en una situación de conflicto de intereses, en particular debido a su actividad para el organismo de presión de la industria agroalimentaria, el ILSI». Por otro lado, una revisión científica publicada en julio de 2019 por dos investigadores de la Universidad de Sussex en el Reino Unido cuestiona la evaluación de la EFSA. De hecho, los autores señalaron que la EFSA excluyó de su análisis 73 estudios que mostraban un efecto nocivo del aspartamo, mientras que incluyó la mayoría de los estudios que no mostraban pruebas suficientes. Según estos investigadores, la mayoría de los 73 estudios rechazados eran más sólidos que los que no mostraban ningún riesgo. Los autores sugieren que la EFSA podría haber estado influenciada por conflictos de interés de tipo comercial. Por lo tanto, piden que se lleve a cabo una reevaluación independiente en Europa.
El aspartamo y la diabetes
En 2023, un estudio de cohorte del INSERM mostró que el aspartamo aumentaría entre un 48% y un 63% el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Según otros estudios, los edulcorantes podrían perturbar la flora intestinal y fomentar trastornos metabólicos, en especial la intolerancia a la glucosa (una etapa habitual de transición hacia la diabetes tipo 2).
El aspartamo y las enfermedades cardiovasculares
Un estudio de cohorte del INSERM de 2022 mostró que el consumo de aspartamo podría estar vinculado a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, y más específicamente de enfermedades cerebrovasculares (con un aumento del riesgo del 17%).
El aspartamo y su efecto sobre el peso
En 2015, la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria de la Alimentación (ANSES) concluyó que «los datos son insuficientes para pronunciarse sobre un beneficio nutricional» en el consumo de edulcorantes intensos. Su trabajo no demuestra ningún efecto, ni positivo ni negativo, de los edulcorantes intensos en el control del peso.
Una revisión científica de varios estudios, publicada en 2017, fue aún más lejos y concluyó que los edulcorantes estarían «asociados a un aumento del perímetro de la cintura» y a «una mayor incidencia de obesidad abdominal y sobrepeso» a largo plazo.
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